¿Pueden imaginar a alguien capaz de ejercer oficios tan diversos como saltimbanqui, concertista de veinte
instrumentos, hechicero, arquitecto de imágenes, domador de palabras —más fieras que doce tigres de Bengala—, alquimista, relojero y otros que se me escapan?
Pues esta especie de monstruoso prodigio es un poeta y en este libro hemos reunido a muchos que dedicaron algunos de sus más elaborados encantamientos, es decir, de sus mejores poemas, a los niños y a los jóvenes, aunque cuando el hechizo está bien logrado, las edades pierden toda importancia.