Martín es un niño muy especial, porque tiene alas; esto despierta la impaciencia de su padre, pues Martín nunca se queda quieto, y la envidia de sus compañeros, que sueñan con poder volar como él.
Martín es libre, juega con las nubes, descansa sobre los techos de las casas y viaja a donde nadie más puede. Comparte este maravilloso don con su madre, quien le explica que, un día, perderá sus alas, al igual que ella, y deberá enterrarlas en el jardín, para que de ellas nazca el árbol fuerte que lo sostendrá cuando sea un adulto. Es una bella historia llena de simbolismos.