Caperucita Roja y otras historias perversas

Veinticinco años fueron necesarios para redondear estas historias. La primera, Caperucita Roja, fue escrita en 1990 y determinó el tono y la naturaleza de las demás: Parodias ácidas y divertidas de los famosos cuentos de hadas. A partir de El sapito que comía princesas, el libro se hace más disparatado, adentrándose en otro mundo. Ni los príncipes ni las princesas son lo que alguna vez fueron. El señor de la barba azul ya no es un personaje siniestro y los motivos de las bellas durmientes resultan incontables. Las dos últimas historias, escritas en 2015 y en una ciudad caótica, sin castillos ni jardines mágicos, exploran otra dimensión. En Las razones del lobo, los personajes hacen reclamos al autor, que solo quiere tomarse un café y seguir leyendo, y en El lunar de Blancanieves, que ahora se publica por primera vez, el autor decide auxiliar a uno de los personajes. Este libro, convertido en un clásico de la literatura infantil latinoamericana, es un festín verbal y un derroche de la imaginación.