Después de destrozar los nervios de todos los súbditos del reino en las encrucijadas de caminos, el Oso Maloso le dio el susto de su vida al histérico del rey, que le mandó echar mano. Ahora solo puede salvarlo el alegato de la escandalosa pero justa reina Gina.
Mientras tanto, con sus botas de siete leguas y su medalla del rey de España al pecho, entre carreras y espantosos alaridos de todo el mundo, Chámbilo Candela, el tragafuegos, está atareado combatiendo, él solo, el más terrible incendio que se haya visto en el reino vecino. Eso sí, cuidando su seductor bigote de una posible chamuscada, porque el intrépido de Chámbilo en realidad va tras los favores de la Princesa de los Suspiros. Final para no perdérselo, sea alquilando balcón, o abriéndose paso a codazos. Aquí todo vale.