Praga, verano de 1939
Niebla aseguraba que existía un mundo que se rozaba con el nuestro, un lugar increíble, oscuro y oculto. El reino de los Cristales Rotos. Niebla decía que, si conocías la forma de cruzar sus puertas, podrías sumergirte en sus misterios y mezclarte con sus habitantes. Gente diferente, gente peligrosa con un poder extraordinario que nosotros, los tristes, no podíamos ni imaginar. No le creí. ¿Cómo iba a tomarme en serio semejante locura?
Es extraño, pese a los terribles sucesos que vivimos, pese a tanta muerte y dolor, aquellos fueron los mejores días de mi vida. Daría todo lo que poseo por regresar y cambiar lo que sucedió.